Nuestros antepasados intuían los grandes beneficios de esa verdura invernal y la incluían en muchos guisos o la utilizaban para acompañar cereales y tubérculos.
Sin duda, hacían caso a las necesidades del organismo, regalándole sabor, muchos nutrientes y evitando calorías innecesarias.
Sólo hay que mencionar, en su contra, que contiene algo de ácido oxálico, por lo que si se es propenso a formar cálculos renales se debe consumir con moderación.
Sus hojas, verdes y brillantes, contienen pigmentos con virtudes antioxidantes, lo que unido a su riqueza en betacaroteno y vitamina C ayuda a prevenir el cáncer. Éstas son algunas de sus principales indicaciones:
1. REFUERZA LOS HUESOS
Debido principalmente a su riqueza en minerales se trata de un alimento reforzante. Es una fuente excelente de calcio, sobre todo para las personas que no consumen productos lácteos.
2. AYUDA A ADELGAZAR
Es un alimento imprescindible en los regímenes bajos en calorías para perder peso. La acelga satisface el apetito con un escasísimo aporte calórico (unas 20 kcal/100 g).
De manera que hervidas, rehogadas o aliñadas con aceite y limón, constituyen un plato ligero que puede formar parte de la cena de quien desee adelgazar.
3. EVITA EL ESTREÑIMIENTO
Conviene a quienes padecen dificultades en el tránsito intestinal debido a su riqueza en fibra y a su poder emoliente y suavizante del tracto intestinal.
Estas mismas propiedades digestivas la hacen recomendable en casos de gastritis y hemorroides.
La decocción, a razón de 25 a 50 g por litro de agua, es útil contra el estreñimiento, las inflamaciones del aparato urinario, las hemorroides y las dermatosis.
4. COMBATE LA ANEMIA
Debido a su alto contenido en hierro, y también a la presencia de cobre, ayuda a tratar la anemia ferropénica.
Es interesante tener en cuenta que este hierro será mejor absorbido gracias a la vitamina C que ya posee la acelga en abundancia.
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